jueves, 20 de noviembre de 2014

España 2010: Un triunfo inevitable

Nadie pudo parar lo inevitable. Todo hacía presagiar lo que finalmente sucedió, especialmente tras el paseo que se dio la selección de –por aquel entonces- Luis Aragonés, el sabio de Hortaleza, en la Eurocopa de 2008 proclamándose campeona de Europa por segunda vez en su historia. El fútbol es igual o más caprichoso que la vida. Fortuito, aleatorio. Sacudido por olas de azar y espuma de suerte. De los restos de esa tanda de penaltis que ganamos a Italia hace ya seis años nació la consumación de una generación de futbolistas inigualable. Inalcanzable. Mucho se ha escrito y oído de lo que vivieron esos futbolistas. De lo que sufrieron. De lo que lograron. Pero ¿qué vivió, sufrió y logró la afición de la Roja durante el Mundial de Sudáfrica de2010? Sigan leyendo si están preparados para la nostalgia porque toca viajar en el tiempo, sólo cuatro años atrás.

Era el año 2010 y España llegaba al Mundial de Sudáfrica con el colgante de “Campeona de Europa” y la identidad del “fútbol tiki-taca”. El adiós de Luis Aragonés y la recogida de testigo de Vicente del Bosque habían generado muchas dudas en la afición española, pero el despliegue de medios de comunicación de la Península Ibérica y posterior desembarco en tierras africanas unido a la excitación del “Waka-Waka” de Shakira, disipó todas las sombras del fracaso en la mentalidad de España. ¡Había llegado el Mundial! Pero, ¡ay, amigos, qué poco duró la felicidad! Si de algo es capaz la selección de fútbol de nuestro país es de lo mejor y de lo peor al mismo tiempo. Y así fue. El destino se alineó con la suerte y Suiza obró el milagro: 0-1. Primer partido, primera derrota. ¿Qué pasó con esa ilusión desmedida? La afición se echó encima. La prensa se echó encima. Todos nos echamos literalmente encima del entrenador, de los jugadores, de las novias de los jugadores, etc. Los críticos futbolísticos, expertos eruditos en la materia, buscaban alguna explicación grandilocuente de lo que había sucedido. Nadie encontraba la explicación, pero España estaba contra las cuerdas.

La victoria por 2-0 ante Honduras consiguió aliviar ligeramente la herida abierta por los suizos, pero no la curó por completo. La afición se volcó con el equipo mientras la prensa seguía sacando punta a la derrota inaugural y a aspectos extradeportivos de algunos jugadores. El partido ante Chile se convirtió en la primera final de la plantilla de Vicente del Bosque. Un equipo agresivo, duro, insaciable, incansable. Una selección que cumplía con el prototipo de los países Sudamericanos. El conjunto español acabó logrando la victoria por 1-2, sin desplegar su mejor juego y no exenta de sufrimiento. La voluntariedad de los chilenos también ayudó a ello, pues les bastaba con ese resultado para clasificarse a los octavos de final como segundos de grupo.


¡Lo que es el fútbol! De estar eliminados, hundidos absolutamente en la mayor vergüenza, del fracaso nacional y completamente estrepitoso… ¡España pasaba a octavos como primera de grupo! El cruce quiso que el país viviera un duelo casi geográfico, enfrentándonos a la Portugal de Cristiano Ronaldo. El “cerrojo luso” nos mermaba ofensivamente, mientras la presencia de la estrella del Real Madrid creaba peligro con solo respirar cerca de la zaga roja. ¡Y cómo soplaba! El partido avanzaba y con ello comenzaron los nervios en España. Pronto se disiparon cuando Vicente del Bosque dio entrada a Fernando Llorente, que revolucionó completamente el encuentro con sus ganas y su envergadura, volviendo literalmente loca a la pareja de centrales de Portugal. Sin embargo, de sus botas no vino el gol de la victoria. Villa se convertía en leyenda metiendo a su país en cuartos de final: 1-0.

Paraguay esperaba en cuartos. El estado de excitación que provocó la “Roja” en el país era indescriptible. Regueros de personas llenaron las calles con el color de su selección. Un país unido por la sensación de que los paraguayos eran una selección menor, fácil de derrotar. ¡Creíamos que ya estábamos en semifinales y qué equivocados estábamos! La agresividad que desplegó el equipo sudamericano sorprendió a la afición española, que vio pasar el fracaso ante sus ojos cuando Piqué cometía un clarísimo penalti. La estrella de Casillas no dejó de brillar en Sudáfrica 2010 y obró el milagro. Una jugada después, Xabi Alonso gozaba de la misma oportunidad que los paraguayos y perdonaba como ellos. Otra prórroga se avecinaba, pero el “Guaje” se hacía grande y metía a España –por primera vez en su historia- en las semifinales del Mundial de Sudáfrica 2010.

El éxtasis estalló. La prensa generó tal nivel de hormonamiento futbolístico que generó una ansiedad en la sociedad pocas veces alcanzada. Lo que no haga el fútbol… El partido llegó antes de lo imaginado y las plazas, los bares, las casas, las calles, ¡toda España se llenó para ver el duelo contra Alemania! Final casi anticipada para muchos, los alemanes nos la tenían jurada desde aquel gol de Torres dos años atrás que les robaba la Eurocopa de 2008. El despliegue físico de Alemania hacía pensar en Llorente como arma de destrucción, pero Vicente del Bosque metió a Pedro en el once inicial y el canario se salió. Bailaba con el balón con tanta clase y destreza que la zaga alemana sólo podía observar impasible la calidad del canario. El partido fue de España. Las plazas, los bares, las casas, las calles, ¡toda España confiaba en su selección y sabía que iba a ganar! Sólo era cuestión de tiempo. Y el reloj se paró en la cabeza de Puyol. Su vuelo fue el vuelo de España, su testarazo fue el testarazo de España, su grito fue el grito de España. Su antológico gol es el mejor resumen de aquella generación de futbolistas que tenían el cielo a 116 minutos de distancia.



Y así fue. Ya no importan las ocasiones de Robben, ni el fallo de Cesc, ni la agresividad desmedida de Holanda, ni la derrota ante Suiza, ni las dudas sobre Vicente del Bosque, la novia de Casillas o las sombras de pasado. Ya no importan las lluvias en las plazas repletas de españoles, la angustia en los bares españoles, los gritos en las casa españolas, las pisadas en las calles españolas. ¡Toda España rugió en el 116’! Andrés Iniesta lo hizo. Aquello que nadie creía posible, lo hizo; aquello que generaciones y generaciones de españoles soñaron, lo hizo; unir a toda la sociedad de un país, lo hizo. Del silencio de Iniesta a Casillas levantando el mundo al cielo pudieron pasar horas, minutos y segundos, pero la eternidad que alcanzó España, la eternidad que alcanzamos todos nosotros, María, José, Pedro, Paco, David, Daniel, Víctor, Alberto, Luis, Ana, Marta. La eternidad en una estrella se hizo nuestra. ¿Por qué? Porque nadie pudo parar lo inevitable.



David Lorao @DavidLorao_23

martes, 18 de noviembre de 2014

Gol en Las Gaunas

Gol en Las Gaunas” es, con toda probabilidad, la frase más recurrente cuando, en un corro de amigos, alguien entona la clásica imitación del Carrusel Deportivo. Tal vez no fuera la que más a menudo se repetía en aquellas tardes de radio, pero por alguna razón quedó grabada en la memoria colectiva. Hay quien argumenta que la causa es la musicalidad que posee el nombre del estadio del Club Deportivo Logroñés.
En este artículo nos acercaremos a la historia de un club de fútbol humilde, en una ciudad pequeña y que no ha conseguido grandes títulos pero sí se ha ganado el cariño de todos los aficionados al fútbol de antes, al que estaba gobernado por los sentimientos.
El Club Deportivo Logroñés era el equipo emblema de la comunidad de La Rioja, fundado el 30 de mayo de 1940, el equipo alcanzó la gloria entre 1987 y 1996, temporadas en las que militó en la primera división del fútbol español. En este período fue cuando nació la popular frase de los carruseles deportivos debido al nombre del estadio.


En una ciudad en la que el deporte de alto nivel nunca había estado presente la presencia del Logroñés sirvió de impulso a Logroño de una manera inimaginable para la gente del lugar. Todas las semanas que el equipo jugaba en el municipal de Las Gaunas las gradas se poblaban de gente que iba a animar a su equipo y a ver a las grandes estrellas que visitaban la capital riojana entre las que se incluyen Maradona, Redondo, Stoichkov, Guerrero o Arconada.

Uno de los grandes valedores de este proyecto fue Marcos Eguizábal que cogió al club en primera división y con el descenso a segunda en la temporada 94/95 se comprometió a dejar el club en el lugar dónde merecía estar. Esto lo consiguió en la siguiente campaña en la que el equipo, dirigido por Juande Ramos, realizó una excelente campaña y logró en Toledo el segundo ascenso a primera del club blanquirrojo al imponerse al C.D. Toledo por 1-2. Para este encuentro tan importante se desplazaron hasta la ciudad manchega más de 3.000 riojanos.

Marcos Eguizábal había cumplido con su palabra y se marchó del club. Sin embargo, la venta del equipo a un grupo de empresarios riojanos supuso el principio del fin para un proyecto y un conjunto que se había ganado el respeto y la simpatía de la mayoría de los estadios por los que había paseado el nombre de La Rioja. En sólo 4 años tras la venta el Logroñés pasó de conseguir un ascenso a primera división hasta la Tercera, lo que supuso la ruina para el conjunto riojano. En la temporada después del ascenso los blanquirrojos terminaron últimos por lo que descendieron a la segunda, donde permanecieron 3 años. Fue en el verano del 2000 cuando un doble descenso, deportivo y económico mandó al club a la Tercera División y casi provoca su desaparición. Desde ese momento el Club Deportivo Logroñés fue dando tumbos entre la Tercera y la Segunda B acarreando una deuda imposible de pagar hasta que, en 2009 se consumó la desaparición del equipo de todos los riojanos. Por el Club Deportivo Logroñés han pasado jugadores y entrenadores muy conocidos para los aficionados del fútbol español como Juande Ramos o Miguel Ángel Lotina en el banquillo o Julen Lopetegui y Agustín Abadía en el campo.





A pesar de que han nacido nuevos proyectos con el nombre del Logroñés, no han conseguido el mismo apoyo social que el histórico club riojano y aunque consigan alcanzar grandes cotas deportivas, para los logroñeses los goles en Las Gaunas nunca se cantarán igual.

Alberto García @10Tucho

martes, 11 de noviembre de 2014

La Leyenda de los "Tricky Trees"

Viajamos en el tiempo, y lo hacemos a una ciudad del centro de Inglaterra, concretamente a Nottingham, situada en la región de East Midlands. El motivo de este viaje no es otro que recordar la época más gloriosa de los "Tricky Trees" (Nottingham Forest) y las dos Copas de Europa conseguidas en las temporadas 1978/79 y 1979/80.

Con un Real Madrid hexacampeón de Europa, un Bayern de Münich tricampeón y dos bicampeones en la ciudad de Milán (AC Milán e Inter), aparecen los años de mayor dominio europeo del fútbol inglés. Entre la temporada 1976/77 y la temporada 1981/82, tres equipos ingleses (Liverpool, 3, Nottingham Forest, 2, y Aston Villa, 1) se alzaron con la Copa de Campeones de Europa, el mayor título a nivel de clubes del Viejo Continente.

La primera Copa de Europa…

El Forest disputó por primera vez la Copa de Europa en la temporada 1978/79. Por aquel entonces, la Copa de Europa la disputaban 32 equipos, comenzando directamente en eliminatorias, sin pasar una fase previa de grupos. El sorteo de dieciseisavos no fue todo lo bien que quisieran, pues el azar les había emparejado con el Liverpool FC inglés, que dirigido por Bob Paisley y, comandado en el terreno de juego por Kenny Dalglish, habían salido campeones de las dos anteriores ediciones de la Copa de Europa (3-1 ante el Borussia de Monchengladbach de Udo Lattek y 1-0 ante el Brujas de Ernst Happel).
La ida en el City Ground de Nottingham dejó un resultado favorable a los "Tricky trees" de 2 goles 0. La vuelta en Anfield se pintaba, cuanto menos, emocionante. El partido fue decepcionante y terminó con el resultado de empate a 0. El Notts estaba en octavos de final y allí le esperaba el AEK de Atenas que había superado al Porto.

No tuvieron piedad de los griegos los muchachos de Brian Clough pues le endosaron un 7-2 de parcial, repartido en un resultado de 1-2 en el Olímpico de Atenas y un 5-1 en casa. Los cuartos de final, casi impensables cuando se clasificaron para la Copa de Campeones de Europa la temporada anterior, ya era una realidad.

En cuartos se medirían a un duro Grasshopers suizo que venía motivado tras haber eliminado al Real Madrid en octavos remontando un 3-1 del partido de ida. La eliminatoria se descompensó en el encuentro de ida, cuando  el Forest se impuso por 4 goles a 1. La vuelta en terreno suizo concluyó con empate a 1.

Sin hacer mucho ruido, el conjunto inglés se había plantado en semifinales. El FC Köln era ahora el rival a batir. La ida se disputó en el City Ground de Nottingham. Fue un partido vibrante en el que ambos conjuntos dieron muestra de su poderío ofensivo. Empate a 3 en el marcador y todo se emplazaba a tierras alemanas. La vuelta se antojaba un partidazo y no decepcionó, pues los dos equipos tuvieron ocasiones para llevarse la victoria pero fue el Forest, con un gol de Ian Bowyer el que se impuso y se clasificó para la final en Munich.


El Nottingham Forest inglés y el Malmo FF sueco disputan la primera final europea de su historia. En las gradas, 58.000 espectadores presenciaron el partido. Tras una primera parte en la que la ocasión más clara fue para el Forest, con un disparo de Robertson al palo, ingleses y suecos se retiraban a los vestuarios soñando con la Copa de Europa. Nada más iniciar el segundo tiempo, una jugada en banda de los “Tricky Trees” terminaba en un centro al segundo palo que remataría al fondo de las mallas Trevor Francis. No hubo más goles en el encuentro y el Nottingham se alzaba con su primer título europeo. John McGovern era el encargado de levantar la copa como capitán de aquel histórico equipo.


Pero el sueño no iba a acabar aquí...

Tras un verano en el que el Nottingham perdió la Supercopa de Europa ante el Valencia (2-1 en Inglaterra y 1-0 en España), se presentaba una nueva edición de la Copa de Europa, en la que el conjunto inglés debía mantener el nivel de la edición interior o, al menos, intentarlo.
Esta vez no fue tan duro el primer sorteo y los pupilos de Brian Clough se vieron emparejados en dieciseisavos de final con el Östers IF sueco. La ida en el City Ground terminó con un resultado favorable para los locales de 2 goles a 0. La vuelta en la fría ciudad de Växjö no dejó helados a los del Forest y sacaron un empate a 1 que les valía la clasificación a octavos. Allí, le esperaba el Arges Pitesi FC.

La eliminatoria frente al conjunto rumano no fue más que un mero trámite ya que ambos partidos fueron dominados y ganados por el Nottingham, venciendo en Inglaterra por 2 a 0 y sentenciando la eliminatoria en la vuelta con un 1 a 2.

En cuartos de final, la eliminatoria no fue todo lo bien que hubieran querido los aficionados del Notts. En la ida, se cosechó la primera derrota en casa del Nottingham en Copa de Europa. El Dynamo de Berlín se impuso por 0 a 1 y se llevó a Alemania un resultado que podía servirles la clasificación para “semis”. Pero no fue así. Con el coraje y la garra que caracterizaba a este equipo, los ingleses viajaron a tierras teutonas convencidos de llevarse la victoria y pelear en las semifinales por estar de nuevo en la gran final. Desde el minuto 1 al 90, el Forest peleó la victoria y acabó imponiéndose por 1 gol a 3. Las semifinales eran ya una realidad. El Ajax de Amsterdam, tricampeón de Europa por aquel entonces, era el último escollo a batir antes de la ansiada segunda final.

Como todas las eliminatorias de esta edición 79/80 de la Copa de Europa, el Nottingham Forest debía disputar el primer partido en casa, en el City Ground. El estadio inglés volvió a ser un fortín y el todopoderoso Ajax cayó derrotado por 2 goles a 0. Dos semanas después, la vuelta en Amsterdam se presentaba como el partido más importante de toda la edición. No defraudó. El encuentro tuvo momentos de tensión y las gradas vibraron en todo momento. Finalmente el Ajax se llevó la victoria por 1 gol a 0 pero no la clasificación. El Nottingham Forest volvía a estar en la final y podía alzarse como bicampeón de Europa.

Enfrente tendrían un duro rival, el Hamburgo SV. El club alemán había derrotado en semifinales al Real Madrid, tras caer en la ida por 2 goles a 0 y remontar en Alemania con un contundente 5 a 1. Precisamente la final era en el estadio español del Real Madrid, el Santiago Bernabeú.


Nottingham y Hamburgo tenían la posibilidad de alzarse con la Copa de Europa. Para los ingleses, la segunda, mientras para los alemanes, hubiese sido la primera. El partido comenzó con los conjuntos algo reservados y con tímidos acercamientos al área rival. En uno de ellos, en el minuto 21, el delantero escocés de los “Tricky Trees”, John Robertson, sacaba un disparo desde la frontal del área y alojaba el balón en la meta de Rudolf Kargus. De ahí al descaso, pocas ocasiones por parte de ambos conjuntos. El 1-0 valía y el Nottingham no iba a dejar penetrar su arco en la segunda mitad. Pese a ello, el Hamburgo tuvo una clara ocasión en la segunda mitad cuando estrelló un balón en el palo de la portería defendida por Peter Shilton. Llegó el minuto 90 y el silbato del portugués Garrido provocó el delirio en la zona “Roja” del estadio Bernabeú. De nuevo John McGovern, capitán del Nottingham Forest más laureado de su historia, sería el encargado de llevar a lo más alto la copa que les acreditaba, por segundo año consecutivo, como el mejor equipo de Europa.



El año siguiente, el Nottingham Forest caería ante el CSKA de Sofía búlgaro en la primera ronda por un doble 1-0 en la ida y en la vuelta.

El sueño se había acabado, pero el recuerdo y las dos copas en las vitrinas del City Ground es algo que nunca olvidarán todos los aficionados de este “pequeño” club que llevó a la ciudad de Nottingham a ser el centro europeo del fútbol y, por ende, a ser recordada históricamente por todos los aficionados de este deporte.


Daniel Grau @14Grau

jueves, 6 de noviembre de 2014

La magia de Verona

Al norte de Italia, rodeada de colinas y bañada por el meandro del río AdigioVerona se define como un paraíso turístico y de ocio de gran envergadura gracias al arte, la poesía y el amor literario que inspiró a Shakespeare a escribir una de las obras más famosas de la historia: "Romeo y Julieta". Impregnados por su milenaria historia de los pueblos que gobernaron allí, sus íntimos edificios tejen un laberinto de polvo y pasado que nunca lograremos conocer con detalle. En una ciudad donde los símbolos románticos envuelven con magia sus calles, el fútbol tuvo su mágico y romántico momento en Verona en el año 1985. Ese año en el que los 'Scaligeri' (hinchas del Hellas Verona) pusieron a sus pies al fútbol italiano, y consiguieron llegar a la cúspide del éxito y llevar el 'Scudetto' a las puertas del Marcantonio Bentegodi.

Ese año, nada ni nadie pudo parar el desenlace de la Serie A más singular de toda la historia. Aunque el fútbol italiano desprendía calidad gracias a los maestros de la época (Platini en la Juventus, Rummenigge en el Inter, Conti en la Roma, Baresi en el Milán, Passarella en la Fiore, Zico en el Udinese y, recién fichado, la gran estrella del momento, Maradona en el Nápoles); a pesar de todos ellos, el modesto y humilde fútbol veronés - que solamente llevaba 2 años en la primera división italiana - se fue abriendo paso en la Serie A para destronar a todos aquellos mitos y escribir su propia historia.



En campañas anteriores, el conjunto veronés ya se había hecho notar al asomar la cabeza en Europa gracias al cuarto y sexto puesto que había cosechado tras su ascenso a la élite del fútbol italiano (además de llegar a la final de la Coppa Italia en ambos años). Osvaldo Bagnoli, el queridísimo entrenador - del que aún hoy en día se acuerdan en Verona - sorprendió a toda Italia aquel verano de 1984. Con dos fichajes claves para el Scudetto que acabarían ganando, cambió el modelo de trabajo que venía haciendo. Esos dos fichajes fueron el alemán Hans-Peter Briegel, un central que venía del Kaiserslautern, y el danés Preben Elkjaer, un delantero proveniente del Lokeren. La mano de Bagnoli consiguió crear una familia futbolística dentro del vestuario, y así fue elaborando lo que acabaría siendo su gran triunfo. Con Claudio Garella bajo palos y una defensa de 4 formada por Volpati, los hermanos Ferroni y el gran capitán Roberto Tircella formaron la base defensiva del Hellas, siendo el equipo menos goleado de la categoría con solamente 19 goles encajados. En el centro del campo, Antonio Di Gennaro como perro de caza, destrucción y recorrido; a su lado, Briegel, que veía adelantada su posición habitual en el Kaiserslautern, pero que pronto se adaptó a mantener todo el medio campo. En las bandas, Luciano Bruni y Pietro Fanna, ex-jugador de la Juventus. Y en la delantera, a pesar de ser desconocidos, con una aportación de 20 goles en la liga, la pareja Elkjaer y Galderisi.



La leyenda del Hellas Verona no podía comenzar sino a la par que con el comienzo de otra leyenda, la de Maradona en el Nápoles. La victoria por 3-1 del Hellas sobre los napolitanos, con el inolvidable marcaje de Briegel sobre Maradona, jamás será olvidada. El Hellas se acomodó ya en una primera posición que no abandonaría en todo el año. A las pocas semanas de la victoria sobre los napolitanos, la Juventus aparecía para robarles ese primer puesto, pero las esperanzas de la Vecchia Signora fueron completamente borradas con el partido más memorable de un Elkjaer que marcó un gol antológico. En la décima jornada, el conjunto veronés visitaba al Torino, un equipo temible y con el que estaba el liderato en juego. Hellas Verona se adelantó con un golazo de Briegel, pero Dossena empataba antes del descanso. Finalmente, Marangón ponía el sorprendente 1-2 final, en el considerado como el partido más trascendental en el Scudetto del 85.



Pero, como en toda temporada, la crisis del Hellas no se hizo de esperar. Tres empates y una derrota consecutivas hicieron temblar los cimientos del equipo de Bagnoli. La prensa comenzó a sembrar de dudas al conjunto veronés, poniendo en tela de juicio la capacidad del equipo para aguantar la presión en momentos trascendentales. La derrota ante Udinese metió en la pelea por la liga a Nápoles, Torino y Juventus, aunque nadie imaginaba que, a partir de ese momento, ningún equipo sería capaz de frenar a los veroneses. Una serie de victorias que nadie pudo seguir alcanzó su máximo estado de confianza tras aquel partidazo que acabó ganando 5-3 al Inter. El momento más tenso de la temporada, además de aquella pequeña "crisis", llegó con la derrota ante el Torino en su estadio; pero el punto definitivo que le daría el 'Scudetto' al Hellas Verona llegaría en Bérgamo, en aquel empate en el campo del Atalanta por 1-1.


Por toda Italia se extendió la indignación de los que perseguían a aquel grupo y el entusiasmo desmedido de una afición que no estaba acostumbrada al sabor del éxito. El considerado como uno de los triunfos más sorprendentes de los últimos tiempos se instaló en Verona, después de 15 años sin que el Scudetto no se repartiese entre Milán, Turín y Roma.

Ahora, el Hellas Verona ha regresado a la Serie A tras mucho tiempo en la Serie B, la 2ª División Italiana, y nadie parece recordar que, por una vez, por un instante eterno, la ciudad de Verona cambió la magia literaria que impregna sus calles por el mágico aroma de la victoria. El fútbol les hizo inmortales.

David Lorao @DavidLorao_23

miércoles, 5 de noviembre de 2014

Quiénes somos

¡Hola! Somos David Lorao, Daniel Grau y Alberto García, un grupo de estudiantes del Grado de Periodismo en la Universidad de Zaragoza. La creación de este blog está motivada por una práctica de la asignatura de Comunicación Digital. Nuestra intención para con él es compartir con vosotros una de nuestras mayores pasiones, el fútbol, y recuperar del baúl de los recuerdos las grandes historias del pasado que no pueden quedar en el olvido. 


Además de en este blog, podéis encontrarnos en Facebook o en Twitter o enviándonos un e-mail a "sublimadosunizar@gmail.com"; ¿todavía queréis saber más de nosotros?

David Lorao


"Nací el 22 de septiembre de 1992 en Mollet del Vallès (Barcelona). Vivo a medio camino entre Gotham y Highbury Park y me he formado con los rasgos que definen a la Generación X y a la Generación Goonie. Mi sueño es ser escritor, pero por ahora me conformo con ser persona. También podéis leerme en @DavidLorao_23".



Daniel Grau

"Nací el 14 de abril de 1993 en Monzón (Huesca). Estudiante de periodismo en la Universidad de Zaragoza, apasionado del deporte y, en especial, del fútbol. @14Grau". 



Alberto García

"Nací el 20 de mayo de 1993 en Logroño. Estudiante de periodismo en la Universidad de Zaragoza, gran aficionado del baloncesto (en particular) y de todo el deporte (en general). @10Tucho".